Este mes la pieza seleccionada es una colección de libros de poesía que se incorporaron a la exposición desde la itinerancia de Badajoz, en el MEIAC. La colección de la Editora Regional Extremadura ha sido rediseñada por Manuel Ponce, del Estudio Ponce Contreras, que ha trabajado también con diferentes centros de artes y otras editoras.
Cuéntanos cuál es tu proceso de trabajo, ¿cómo empiezas a diseñar un libro de poesía?
Antes de acometer cualquier diseño es necesario tomarse un tiempo para analizar la naturaleza del trabajo, pensar cuáles son las claves del proyecto y qué le conviene al diseño. Es, podríamos decir, la parte más intelectual y artística del proceso. A partir de ahí, de ese punto de partida, comienzo a trabajar en distintos bocetos, pruebo tipografías, colores y distintas composiciones hasta encontrar algo que «funcione», con lo que me sienta cómodo y que exprese mis gustos. Luego sale a relucir la negociación con el cliente y el oficio para ir puliendo los detalles. En concreto con la poesía, sobre todo la maquetación del interior —sin que suene demasiado pretencioso—, es muy complicada porque cada poeta establece unos códigos y composiciones tipográficas que hacen que los tengas que hacer convivir con tu pauta de diseño.
Has utilizado una serie de tramas o gráficas para diseñar las portadas, ¿qué significan? ¿En qué te has inspirado?
Todo comenzó con la creación de un sistema gráfico basado en los símbolos Adinkra que conocí gracias al libro Imagomundi [LSDspace, Sonia Díaz y Gabriel Martínez. Promopress, Barcelona, 2010] y del cual saqué los primeros signos. Para mí, este libro fue muy importante. Hacía poco que acabábamos de graduarnos y supuso un entendimiento total de los sistemas de pictogramas, pero también de la tipografía. Luego evolucionó a otros elementos del mundo tipográfico —casi decorativos— que tuvieran la peculiaridad de que visualmente fueran una «mancha» cuadrada. Más tarde, fue un proceso un poco más intervencionista y creé algunos desde cero. Me sirvieron de mucho las investigaciones que hacía —históricas o actuales— para el desarrollo del encargo de cada una de las cubiertas.
De las diferentes disciplinas de diseño gráfico que desarrollas, ¿cuál es tu preferida?¿Por qué?
No creo que pueda esconderlo, me apasionan dos cosas: el diseño editorial y el arte, y cuando los juntas en un encargo me siento el hombre más afortunado del mundo. Para mí, el mundo editorial, y específicamente el que sirve de soporte para proyectos culturales, hace que tenga una serie de procesos donde intervienen equipos con unos roles técnicos profesionales de los cuales se aprende todos los días. Me encantan los trabajos que hacen los preimpresores o correctores/editores —por poner algún ejemplo— en el propio libro.
No siempre se puede elegir, pero… ¿qué te gustaría diseñar?
Efectivamente antes tenía una cierta obsesión por intentar hacer algo para vinos, pero creo que eso —por lo que fuera— no estaba para mí, porque nunca llegó el encargo y hace tiempo que desistí de seguir intentándolo. Ahora mismo, la verdad que me gustaría diseñar algún monográfico especial para arquitectura.
From Spain with Design es una herramienta para la proyección del diseño español, ¿en qué estado de forma estamos y qué hay que entrenar más?
Pues francamente no lo sé. No sé si es una cuestión de que lo hemos comunicado mal, por juventud, por no tener las ganas… El caso es que, por ejemplo, la alta cocina española —que puede tener la misma edad o quizá menos que el diseño español— sí que tiene su cuota de proyección y reconocimiento internacional. No lo sé, esto es un eterno debate del que también —mucha o poca— tenemos la culpa nosotros, por la forma en cómo entendemos la profesión, de cómo nos asociamos, de cómo enseñamos a los futuros diseñadores, de cómo nos respetamos, de cómo nos relacionamos entre comunidades. Imaginaos lo que es diseñar desde Extremadura, por un lado con nuestras históricas evidencias de olvido absoluto, que por infinidad de circunstancias no vienen al caso, pero también por estar a relativamente pocos kilómetros de Portugal, donde vemos que nos adelantan por la derecha en este sentido —ya no solo a Extremadura evidentemente, sino a casi toda España— y sin demasiada permeabilidad con ellos.
¿Cuál ha sido tu experiencia dentro de la exposición?
Muy positiva y muy reconfortante, ya no por mí, sino por ver al diseño en un museo de arte contemporáneo como el MEIAC, donde además casi empecé a andar como diseñador diseñando algunas exposiciones y catálogos. Por eso, para mí, esta exposición tiene un carácter militante y también sentimental.
¿Qué destacarías de la exposición?¿Cuál es tu pieza favorita?
Me ha sorprendido mucho la calidad, especialmente —del diseño no hace falta decirlo— de la producción de todas las piezas de diseño industrial. Llevo ya unos años en que no puedo reprimir mi interés, incluso algunas veces por delante de la calidad estética, de la materialidad y «perfección» en acabados y recursos.